viernes, 11 de julio de 2014

LA LECCION DEL PLEBEYO

Había una vez un rey que estaba aburrido y cansado de sus bufones y consejeros, de modo que comenzó a buscar la ansiada alegría en las afueras del palacio. Se vistió con ropas comunes y salió a recorrer las calles. Muy observador, este rey trataba de captar todo lo que ocurría a su alrededor. Es así que se interno en callejuelas, tabernas y conversa con la plebe. Ya casi desilusionado, encuentra a una persona harapienta con un vaso de agua y un pedazo de pan como único sustento. Comienzan a conversar y encuentra en este plebeyo sabiduría por doquier.

Es así que el rey, una vez que se da a conocer como tal, lo lleva al palacio dándole, el rango de asesor. El monarca fascinado por sus modales y su forma de expresarse, muy rápidamente le asigna la ropa, un cuarto confortable y un papel preponderante en sus decisiones. Los bufones y demás consejeros al verse desplazados comienzan a urdir intrigas para poder expulsar a este intruso. Pero todas las artimañas son desbaratadas por la ejemplar actitud de este señor.

Es así, que buscan por todos los medios encontrarle un punto débil. Hasta que un día notaron que este plebeyo a las 5 de la tarde se recluía todos los días en un cuarto apartado del palacio. Los consejeros le hacen notar esto al rey diciéndole:

Hay una conjura. Este plebeyo y otras personas reunidas en secreto lo quieren derrocar. El rey que tenía un excelente concepto de él decide no hacerles caso. Pasan unos días y ante la insistencia, es que decide en persona ir hasta el otro lado del palacio. Se aproxima a la puerta y trata de escuchar las voces de los integrantes de la conjura, pero al notar que no se escucha nada decide abrir de improviso la puerta. Grande fue su sorpresa cuando lo ve vestido de nuevo con ropas harapientas, tomando su habitual merienda con su vaso de agua y pan, en un cuarto desprovisto de muebles.

El rey, sorprendido, le pregunto ¿Por qué haces esto si no te falta nada, ni lujosas ropas, ni manjares ni suntuoso mobiliario? A lo que el plebeyo responde “PARA NO OLVIDARME NUNCA DE DONDE VENGO”.

Reconocer nuestras raíces, aceptar nuestro origen, y recordarlo y respetarlo, es una gran virtud que deberíamos tener todas las personas. Los orígenes de cada uno de nosotros tienen una fuerte relación con nuestra identidad y, aunque no lo queramos, permanecemos ligados a ellos de por vida.
Cuando avanzamos en la vida y progresamos ya sea económicamente o intelectualmente, no debemos despreciar o menospreciar de dónde venimos, sería bueno entonces, caminar siempre por la vida con los tesoros de nuestros orígenes guardados en un cofre situado en lo más profundo de nuestro corazón, para tenerlo siempre a mano cuando alguna vez se nos pretenda hacernos olvidar de donde venimos.


1- ¿Por qué el rey salió a recorrer las calles y que encontró?
2- ¿Qué sucede cuando olvidamos nuestras raíces?
3- ¿Qué opinión tienes de la lectura?¿Es acorde con la actualidad?

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