Cuando
una persona está pasando por dificultades y muestra su debilidad con el llanto,
a menudo, se le suele decir: “Sé fuerte. Ya no llores”. Este consejo no es tan
acertado. Si acompañamos a una persona en esta situación es mejor permitirle
que exprese su debilidad dándole un abrazo y diciéndole algo similar: “Si
tienes ganas de llorar, llora. Aquí me tienes a mí. Te acompaño en tu dolor”.
Otros
ejemplos donde se ve con mayor evidencia la actitud devastadora del impulsor
son los siguientes:
Una
mujer decía: “Yo he sido una mujer muy feliz y he vivido una vida muy
tranquila. Siempre me he considerado una mujer fuerte, pues he tratado de
sobrellevar con valentía y coraje los problemas de la vida. He pasado por un
sin número de problemas: mi esposo me fue infiel en muchas oportunidades y yo
lo he perdonado, pues no quería perderlo y, además, no quería que mis hijos se
criaran sin padre. Sin embargo, últimamente me estoy sintiendo muy mal, pues me
siento muy débil. Me he puesto sumamente irritable y sensible, pues todo me
afecta y eso me molesta mucho. Quisiera ser la misma de antes. He ido al médico
y me ha dicho que soy hipertensa. Este diagnóstico me ha afectado más de lo que
usted se imagina. Yo no quiero ser hipertensa, yo no quiero ser débil. Yo
quiero ser fuerte como antes.”
Otro
joven se expresaba así: “A menudo las personas aparentamos ser fuertes: a pesar
de que necesitamos ayuda, ayudamos; decimos que estamos bien cuando estamos
mal, cuando tenemos ganas de llorar no lloramos y en vez de eso reímos; nos
creemos los sabiondos dando consejos. Es imposible que toda la vida aguantemos
el peso de un cerro. En cualquier momento la vida nos pasa la factura. Es en
ese momento cuando surge el fastidio, la desesperación, la depresión. Pero
cuando uno está en esta situación, el interior se revela a dejarse ayudar. En
esta actitud hay una suerte de arrogancia. Como me he criado con ese complejo
de ser fuerte cuando alguien me quiere ayudar, en mi corazón surge una voz
interior que me dice: “¿Quién es ese tipo que te quiere ayudar? ¿Qué se ha
creído?” Si alguien quiere darme un consejo, lo descalifico, diciendo
interiormente: “No eres nadie para que me digas qué tengo que hacer”. De
este modo sigo metido en el absurdo de creerme fuerte y valiente.”
En
estos dos ejemplos hay algo en común: ambos tienen el complejo de “ser fuertes”
y no quieren aceptar su debilidad. Lo que pasa es que ellos se han identificado
mucho con esa imagen del “hombre o la mujer fuerte”. Si quieren ser libres de
verdad tienen que descubrir que esa imagen es una máscara absurda o un cliché
estúpido. Ellos no son eso. Ellos no son ni fuertes, ni débiles. Simplemente
son personas con fortalezas y debilidades. A veces se sentirán fuertes y otras,
débiles. La fortaleza y debilidad no es una forma de ser, sino estados del
alma. Sólo quien asume su condición humana con estas características (fortaleza
y debilidad) será verdaderamente libre.
1. ¿Qué
titulo le das a la lectura y por qué?
2. ¿Qué
significa para ti ser fuerte?, explícalo en un ejemplo
3. ¿Qué
quiere decir el autor cuando dice complejo de “ser fuertes” y no quieren
aceptar su debilidad
4. ¿Cuál
es tu opinión sobre los dos casos que se presentan en la lectura,
por qué?
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