domingo, 13 de julio de 2014

LA FUENTE DE LA VERDADERA ALEGRÍA
En una oportunidad me encontraba con un amigo sacerdote, en el aeropuerto de Guatemala, cuando éste se encontraba en proceso de remodelación. Mientras esperábamos la llegada de una amiga, que viajaba de Puerto Rico, mi colega me contó lo que  había predicado ese día en la homilía. Me dijo que el mensaje de su prédica había girado más o menos en el siguiente tono:     “Ustedes los guatemaltecos se sienten felices, contentos, orgullosos porque dicen que van a tener el aeropuerto más moderno de Centro América. Está bien, ¡disfrútenlo!, pero cuídense de que éste no sea la causa más profunda de su alegría, porque algún día El Salvador u otro país centroamericano remodela su aeropuerto y entonces será más moderno que el de ustedes. Entonces ¿Qué?¿Se van a sentir frustrados y deprimidos. No, de ninguna manera. Espero que la causa más profunda de ustedes debe venir de su interior, de la alegría de ser personas e hijos de Dios”.
La reflexión de este amigo sacerdote me hizo pensar en las múltiples causas de la alegría de la gente: el dinero, el poder, el prestigio, el éxito, etc. Todas estas realidades en sí no son malas, pero hay que cuidarnos de no darles el corazón, porque el Señor nos advirtió “donde está tu tesoro ahí estará tu corazón”. Tenemos que comprender que esas realidades no pueden ser el sentido de nuestra vida. Lamentablemente hay gente que le entrega su corazón a los bienes materiales y cuando los pierden se deprimen y se suicidan. Recuerdo el caso de una familia rica que perdió toda su fortuna y el hijo, lamentablemente, se suicidó. Esta tragedia sucedió porque sus progenitores le habían enseñado a poner su confianza y su valor como persona en el dinero,  y cuando éste se acabó, también se fue con él el sentido de su vida.Todas las cosas son relativas, pues en algún momento se terminan, incluso los monumentos más majestuosos, que pueden ser el motivo de nuestro orgullo. Por esta razón, las cosas no pueden dar sentido a nuestra vida. Jesús advirtió a sus compatriotas, cuando estaban orgullosos contemplando su templo: “Ustedes los judíos están orgullosos del templo, pero les digo que llegará el día en que no quedará de éste, piedra sobre piedra”.  De hecho así sucedió cuando el emperador Tito destruyó la ciudad de Jerusalén en el año 70.
Es bueno comprender que la verdadera alegría es la que viene de lo más profundo del corazón, es decir de Dios. La Virgen María nos enseña esta gran lección. Ella cuando se fue a visitar a su prima Santa Isabel proclamó ese cántico hermoso llamado Magníticat, donde nos revela la razón de su alegría: Dios. Ella misma lo dice: “Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”. En este texto vemos claramente que la fuente de la alegría de María, es Dios.
Jesús también fue un hombre que disfrutó de la alegría, pero su alegría también venía del Espíritu Santo. El evangelista Lucas nos dice que Jesús, después que llegaron los discípulos de la misión encomendada, les da unas advertencia: “No se alegren de que los espíritus se someten, alégrense porque sus nombres están escritos en los cielos”). Después de este consejo nos da la noticia de que: “Se llenó de alegría en el Espíritu Santo”). El salmista también nos dice: “En tu nombre se alegrarán todo el día”
De lo expuesto se desprende que Dios es la única fuente de la verdadera alegría. Ojalá que todos tengamos la sabiduría de acoger a Dios en nuestra vida y permitir que llene nuestra vida con su dicha.
  1. ¿para ti que es la verdadera alegría, donde la encuentras
  2. ¿según el autor donde encontramos la verdadera alegría y en que consiste?
  3. ¿Qué se puede hacer para que los jóvenes de hoy vivan la alegría perfecta en las cosas sencillas y no e dinero, etc
  4. ¿Qué cosas son las que causan alegría según el texto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario