Esta historia comienza cuando
perteneciendo a uno de esos grupos de la iglesia, organizamos un evento en
donde debíamos pedir juguetes a la gente para ser regalados a los niños que no
tuvieran la posibilidad de recibir regalos. El salón se llenaba de gente
para donar, mientras compartíamos chocolate y galletas yo me encargaba de
recibir los juguetes y revisar la condición de los mismos y otros cantaban
villancicos.
En eso, se me presenta una ancianita de
edad avanzada de ropas un poco desgarradas y maltratadas por el tiempo, de olor
fétido que reinaba en el salón.
- "Le puedo ayudar en algo"
le dije.
- "Vengo a donar esta muñeca"
Viendo la muñeca y siendo el encargado
de revisar la calidad de las donaciones, debía notar que la muñeca estaba
sucia, le faltaba un ojo y tenía años de deterioro; pero comprendí que debía
recibirla al ver su rostro: lleno de entusiasmo por contribuir a esta buena
acción. Tomé la muñeca y la coloqué donde estaban los demás regalos, le comenté
que podía tomar chocolate caliente y galletas, pero ella salió del salón sin
probar alimento alguno.
De inmediato dejé de pensar en lo que
había ocurrido gracias a la cantidad de trabajo que tenía.
Días después, el día del evento llegó,
la gran multitud de niños ansiosos por recibir regalos hizo que tuviéramos que
formarlos uno por uno para que fueran tomando su regalito; el evento fue todo
un éxito.
Al término del mismo, noté que sólo
quedó la muñeca sobre la mesa de regalos. Sin darle tanta importancia
dejé que las cosas pasaran y comenzamos a limpiar y recoger todo.
A la salida, emprendí la caminata por
la plaza Morelos para tomar el camión que me llevaría a mi casa, contento por
la buena acción que como grupo hicimos.
Al llegar al cruce de Morelos con
Juárez que es donde estaba la parada del camión, alguien me habló mientras me
fumaba un cigarro.
- "Joven, joven".
Era la viejecita sentada en el piso,
atendiendo un puestecito de dulces.
- "¿Se acuerda de mí?"
-"Sí, cómo no; contesté confuso
por la pregunta y aún sorprendido de encontrarla en ese lugar.
- "¿Cómo les fue, les gustó mi
regalo?" - Me dijo.
En ese momento no me dio tiempo de
recapacitar sobre quién era... tenía la misma mirada que aquella noche en que
me dio la muñeca.
- "¡Sí, claro! los niños se
pelearon por ella, tanto, que tuvimos que sortearla para ver quién se quedaba
con ella..." - le respondí.
La anciana me miró con ojos de ternura,
como advirtiendo mi falsa respuesta, y con ojos humedecidos, no sé si por
sentimiento o por lo frío del viento que esa noche corría en esa esquina,
solamente responde:
- "Gracias, muchas gracias".
Ella siguió con su vendimia y yo aborde
el camión.
Tratando de no dejar salir mi llanto,
jamás la volví a ver.
Creo que ese fue el mejor regalo de
aquella Navidad…..
1.
¿Por qué la anciana regalo esa muñeca sucia y sin un ojo?
2.
¿Por qué el joven no le dijo la verdad a la anciana sobre la
muñeca?
3.
¿Cuál hubiera sido tu actitud y respuesta a la anciana? ¿Por
qué?
4.
Da el concepto del valor que nos da la lectura
¿crees que la navidad es
solo fiesta para recibir o también para dar? ¿Qué das tu?
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